Llegó sin golpear, se instaló y empezó a trabajar. Operaria incansable, trabajaba de día, y de noche, al igual que el patrón, descansaba. En días de lluvia doblegaba sus esfuerzos; debía aprovechar que los dioses se ponian de su lado.
Al finalizar la temporada, tal y como había llegado, se escabullía satisfecha, sabiendo que su labor estaba terminada.
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